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Los mejores hosting de 2023
Queramos empezar un blog, o desarrollar un sitio web para nuestro negocio, vamos a necesitar un proveedor de hosting. Pero ¿cuál elegir? Hay, literalmente, cientos de proveedores de hosting en el mercado. Y seguro que no te sobra el tiempo para probarlos todos.
Por eso, lo hemos hecho nosotros por ti. Desde 2014, hemos venido comparando los mejores servicios de alojamiento web. Cuando comparamos proveedores de hosting compartido, nuestro proceso es el mismo para cada proveedor:
- Nos suscribimos a un servicio de alojamiento web y adquirimos el mejor paquete por hasta $ 5 / mes.
- Desarrollamos la misma página web básica en WordPress, para cada servicio de alojamiento.
- No instalamos complementos de almacenamiento en caché, ni empleamos una CDN.
- Medimos la velocidad de carga (LCP en GTMetrix) y la disponibilidad (UptimeRobot) a lo largo del año.
- Comparamos lo que se incluye de forma gratuita (dominio, SSL, SSD, copias de seguridad, CDN).
Después, hacemos las cuentas, seguidas de una acalorada discusión, y no nos vamos a casa hasta ponernos de acuerdo en el mejor servicio de alojamiento web de 2023:
1 / Más Popular

Hostinger
El mejor hosting de 2023. Hostinger es rapidísimo, fiable y asequible. Incluye todo lo que necesitamos de forma gratuita.
- Disponibilidad: 99,98 % 98% 98%
- Tiempo de carga: 1.0 s 100% 100%
Por cinco dólares al mes, o incluso menos, nos haremos con el mejor paquete de Hostinger: “Empresarial”. Este paquete incluye:
✓ Centros de datos: EE.UU., Europa y Asia
✓ Copias de seguridad automáticas: Diarias
✓ Garantía de reembolso: Treinta días
✓ Almacenamiento en SSD: 200 GB
✓ Certificado SSL: Gratuito
✓ Dominio: Gratuito
Más de 25 millones de usuarios confían en ella
2

IONOS
IONOS es rápido, confiable, económico e incluye todo lo que necesitamos de forma gratuita. También tiene un buen servicio al cliente en Castellano.
- Disponibilidad: 99,98 % 98% 98%
- Tiempo de carga: 1.0 s 100% 100%
Por cinco dólares al mes, o incluso menos, nos haremos con el mejor paquete de IONOS: “Expert”. Este paquete incluye:
✓ Centros de datos: EE.UU. y Europa
✓ Copias de seguridad automáticas: Diarias
✓ Garantía de reembolso: Treinta días
✓ Almacenamiento en SSD: 500 GB
✓ Certificado SSL: Gratuito
✓ Dominio: Gratuito
EXCELENTE
Puntuación
3

DreamHost
DreamHost es rápido, fiable e incluye todo lo que necesitamos de forma gratuita. También ofrece un contrato económico por un año.
- Disponibilidad: 99,98 % 98% 98%
- Tiempo de carga: 1.2 s 90% 90%
Por cinco dólares al mes, o incluso menos, nos haremos con el mejor paquete de DreamHost: “Unlimited”. Este paquete incluye:
✓ Centros de datos: EE.UU.
✓ Copias de seguridad automáticas: Diarias
✓ Garantía de reembolso: Treinta días
✓ Almacenamiento en SSD: Ilimitado
✓ Certificado SSL: Gratuito
✓ Dominio: Gratuito
MUY BUENO
Puntuación
4

SiteGround
SiteGround va como un tiro y es muy fiable, gracias a su uso de servidores Google Cloud. Pero mejor agarrarse a algo, porque el precio da vértigo.
- Disponibilidad: 99,99 % 99% 99%
- Tiempo de carga: 1.0 s 100% 100%
Por cinco o menos dólares al mes, SiteGround no nos da ni los buenos días. Sus paquetes son más caros. ¿Qué es lo que incluyen?
✓ Centros de datos: EE.UU., Europa y Asia
✓ Copias de seguridad automáticas: Diarias
✓ Garantía de reembolso: Treinta días
✓ Almacenamiento en SSD: 10 GB
✓ Certificado SSL: Gratuito
✓ Dominio: No incluido
MUY BUENO
Puntuación
5

Cloudways
Cloudways es el mejor proveedor de cloud hosting: Rapidísimo a un precio razonable. Pero no es para principiantes.
- Disponibilidad: 99,99 % 98% 98%
- Tiempo de carga: 1.0 s 90% 90%
Por cinco o menos dólares al mes, Cloudways no nos da ni los buenos días. Sus paquetes son más caros. ¿Qué es lo que incluyen?
✓ Centros de datos: EE. UU., Europa, LATAM y Asia
✓ Copias de seguridad automáticas: Diarias
✓ Garantía de reembolso: Sin reembolso
✓ Almacenamiento en SSD: 25 GB
✓ Certificado SSL: Gratuito
✓ Dominio: No incluido
MUY BUENO
Puntuación

Tibor Moes
Fundador de SoftwareLab
Bienvenidos. En 2014, SoftwareLab inició su andadura para ayudarte a encontrar el mejor software al mejor precio. Año tras año, hemos probado la mayoría de los mejores servicios de hosting. Estamos, humildemente, muy satisfechos de haber ayudado a millones de lectores desde entonces, y esperamos que nuestro trabajo te sea útil.
¿Qué es el hosting?
Poco misterio: el hosting es un servicio mediante el que cualquier persona o entidad publica en la red de redes su sitio web, con sus correspondientes páginas. Las empresas que lo prestan —nuestros anfitriones en internet, podríamos decir— aportan todo lo necesario para que los demás puedan acceder a nuestros contenidos en línea en todo su esplendor.
Tales contenidos se “hospedan” en ordenadores configurados específicamente a tal fin: son los llamados servidores. Los internautas que desean visitar nuestro sitio web introducen el nombre de este (el dominio) en su barra de direcciones y, ¡abracadabra, pata de cabra!, la magia de internet los transporta intactos.
¿Qué tipos de servicios de hosting existen?
Hosting compartido
Es un tipo de hosting en el que, por decirlo llanamente, nuestro sitio web comparte piso con otros sitios web. Bueno, no piso, sino servidor. Y ojocuidao, que se comparte espacio físico y el software con el que se opera. Ello redunda en un menor coste para nosotros —que es la razón principal para compartir lo que sea—, a riesgo de tropezarse a otros sitios web desnudos en el pasillo del servidor cuando salen de la ducha. Hay otras desventajas, tales como la ralentización, pero lo del pasillo es casi la peor.
Hosting en servidores privados virtuales, o VPS
Si antes hablábamos de compartir piso, el símil para el hospedaje en servidores privados virtuales (en inglés, VPS) es una emancipación con más autonomía: en los VPS se comparte un servidor físico, peeeero con la ventaja de que no habrá otros contenidos que los nuestros en el compartimento virtual que ocupemos nosotros. Es decir: alquilamos un apartamento —pequeño, sí, pero muy cuco— en un bloque de pisos. En lugar de compis de piso, lo que tenemos ahora son vecinos. El resultado: nuestro propio sistema operativo —el equivalente de tener el sofá del salón solo para ti—, almacenaje exclusivo, una CPU que es la caña, memoria RAM a granel y ancho de banda como ancha es Castilla, es decir: sin límites.
En resumidas cuentas: con un VPS tenemos, casi, casi, un servidor exclusivo para nosotros, sin que sea la ruina de Palmira.
Hosting dedicado
Con el hosting dedicado podemos finiquitar el símil del inquilino, que ya va siendo hora. ¿Cuál es ahora la historia? Hemos progresado en la vida: finalmente, hemos aprobado las oposiciones a conserje, o un amigo de papá nos ha enchufado en su empresa. ¿En qué se traduce? Pasta, amigo, mucha pasta —la suficiente para pagar el alquiler de nuestro propio servidor. Es como si hubiésemos alquilado un ático en Beverly Hills para nuestro sitio web, que ahora va como un tiro. Si nuestras páginas consumen lo que no está escrito en materia de recursos, o si la seguridad es una necesidad imperiosa, el hosting dedicado es la respuesta.
Eso sí, piénsate ya lo del plan de pensiones.
¿Cuáles son las características de un plan de hosting?
Ancho de banda
Es un concepto simple. Si hablamos de las redes como de las “autopistas de la información”, el ancho de banda es el análogo virtual del número de carriles: cuanto mayor es ese ancho, mayor es el tránsito de internautas que visitan nuestro contenido en la red. En función del precio de nuestra suscripción, obtendremos un mayor o un menor valor máximo para nuestro ancho de banda.
Espacio en disco
Hablamos constantemente de subir contenidos a la red o a la nube, lo que a veces puede hacernos olvidar que, a pesar de que nos movemos en un espacio virtual e infinito, nuestros sitios web van a utilizar archivos con peso (en kilobytes), medida y número. Por ese motivo, los proveedores de hosting nos asignan un espacio determinado en sus servidores para guardar nuestra correspondencia electrónica, los archivos de nuestras páginas web, o esas latosas bases de datos, más difíciles de ubicar que un jarrón chino.
Dado que las compañías nos cobran de forma más o menos proporcional al espacio que ocupamos en sus servidores, no está de más sentarse a hacer cuentas para tener una estimación de nuestras necesidades en este apartado.
Aquí es importante mencionar una tecnología específica y ya perfectamente asentada: las unidades de estado sólido —las consabidas SSD. Los discos duros tradicionales son un conjunto de piezas móviles con tendencia a una mayor lentitud de funcionamiento y un mayor riesgo de pérdida de datos. Las SSD, por el contrario, operan en comparación a velocidades estratosféricas y con mayor estabilidad.
Si nuestro sitio web es dinámico, el uso de SSD en nuestro servidor de hospedaje cae prácticamente de cajón; sin embargo, no debemos dar por hecho que todas las empresas lo incluyan en su servicio: al contrario, nos corresponde a nosotros cerciorarnos de este último extremo.
Certificado SSL
El binomio servidor-cliente establece conexiones de red susceptibles, como cualquier otra conexión, a su hackeo por terceras partes con oscuras intenciones. Para protegerlas de fisgones indeseados, se desarrolló una tecnología denominada SSL: la llamada “capa de conexión segura”, que garantiza el cifrado de las conexiones y preserva la confidencialidad de la información intercambiada.
En realidad, hay poco de novedoso en el uso de esta tecnología; hace ya mucho tiempo que constituye la norma en internet para todas las transacciones seguras. ¿O es que nunca habías reparado en ese “https://“ que precede a la mayoría de direcciones en tu navegador? Ah, ¿qué no? Pues así se inicia una interacción mediante SSL, alma de cántaro. En último término, lo que nos interesa de toda esta disertación es lo siguiente: el certificado SSL es sinónimo de fiabilidad, y nuestros potenciales clientes serán muchísimo más reacios a usar nuestro sitio web si no contamos con esta tecnología.
Dominio
Una vez hemos montado nuestro chiringuito de comercio electrónico, nuestra página web sobre cómo convertirse en vegano o nuestro blog de poesía dadaísta, la pregunta es siempre la misma: “Y ahora ¿cómo lo llamo?”. Aquí entran en escena los dominios, que desempeñan la doble vertiente de denominadores y direcciones en la red.
Los computadores emplean las llamadas direcciones IP, que son cadenas de guarismos. Son combinaciones difícilmente memorizables: más allá de cosas como códigos alfanuméricos entrañables, como RD2D2 y C3PO, buena suerte con que un usuario se aprenda que tu sitio web se llama 198.236.450.3 —y mira que es un número bonito. Los nombres de dominio reemplazan estos identificadores numéricos con algo más funcional.
Nos corresponde a nosotros decidir qué mejunje alfanumérico vamos a elegir como nombre de dominio, que puede combinarse, además, con las famosas extensiones del tipo .com, .org y toda la retahíla disponible. En cualquier caso, nunca estaremos exentos de pasar por el registro para dejar constancia de nuestra elección. Ello asegura, entre otras cosas, que todos los nombres de dominio sean diferentes: no hay dos idénticos. Siempre que alguien escriba www.frutaspacomolamazo.com en su navegador, acabará visitando la página web de la frutería de Paco.
Disponibilidad
Si hay un concepto tan crucial como —a menudo— engañoso, es el de la disponibilidad. En principio, es simple: la disponibilidad es el tiempo que un sitio web permanece accesible al público en la red. Sin embargo, es fácil que los proveedores caigan en la tentación de prometernos “el oro y el moro” bajo la forma de una disponibilidad infalible —cuando un 100 % de disponibilidad es, en realidad y por motivos técnicos, inalcanzable.
Pensemos en algo muy cercano al 100 %: por ejemplo, el 99,99%. Parecería una diferencia inapreciable, pero lo cierto es que, a lo largo de todo un año, nuestro proveedor de hosting gozará, en el segundo caso, de un margen superior a los 50 minutos de desconexión.
Esos 50 minutos cubrirán las paradas por mantenimiento y las posibles contingencias: desde fallos de los equipos o de su software, a un desastre natural que corte el suministro eléctrico de forma prolongada —o, sencillamente, el propio éxito de un sitio web que se vuelve viral en un momento determinado, colapsando los servidores.
Sin embargo, sin un negocio de hosting se anuncia con disponibilidades prácticamente absolutas, se está pegando un tiro en el pie en términos del tiempo que tendrá a su disposición para labores de reparación o mantenimiento. No es ningún secreto que las redes se caen más tarde o más temprano, por motivos de toda índole —y, en esos casos, nuestros contenidos no serán accesibles.
Por todo lo anterior, aconsejamos mirar con lupa tales anuncios, que deben estar respaldados por una infraestructura a la altura de lo que se promete: diferentes redes de servidores redundantes y con multiplicidad geográfica, tecnología de reflejos, sistemas de control de la humedad y temperatura del aire, matrices de almacenamiento, y un largo etcétera. E, incluso en estos casos, aconsejamos recelar de ofertas que prometan una disponibilidad absoluta.
Velocidad de carga
Sencillamente, la duración de los intervalos de carga para todos los elementos de nuestro contenido en línea. No te contamos nada que ya no sepas cuando decimos que un proceso de carga lento puede llegar a colmar la paciencia de nuestros visitantes o potenciales clientes —mucho antes, incluso, de lo que podemos imaginar. La vida es demasiado valiosa para desperdiciarla frente a una pantalla recalcitrante en su titubeo.
La velocidad de carga es, además, sinónimo de un mejor rendimiento también en otros aspectos. Los internautas prestarán mayor atención y serán más susceptibles a nuestros contenidos, mejorando las prestaciones de nuestro sitio web en términos de conversión monetaria del tráfico de visitantes, además de que ofreceremos una mejor experiencia de usuario. Todavía más: si queremos que los algoritmos de los buscadores nos emplacen más arriba en la lista de resultados, la velocidad de carga se ha convertido en un factor de peso —algo que no ha pasado desapercibido para todos los desarrolladores web.
¿Qué es un servidor de nombres de dominio (DNS)?
En una época en la que apenas podemos recordar un número de teléfono, las direcciones IP nunca podrían constituir un sistema de nomenclatura apto para los humanos —de ahí los nombres de dominio. Nuestro ordenador se encargará de traducir la información que le proporciona el DNS —en forma de URL— en una IP reconocible y accesible a través de la red.
El proceso es simple: cuando introducimos en la barra de direcciones algo como www.dominio.es, un servidor DNS comunicará a nuestro navegador la IP que le corresponde en el servidor donde está hospedado. Funciona, en realidad, como una tabla de equivalencias o un directorio telefónico, en un proceso donde raramente interviene el usuario, ajeno a todo este trajín de números y letras que se produce entre bambalinas. Es la magia de internet.
¿Qué servidor web es mejor: Linux o Windows?
Dos vías para llegar al mismo resultado. Optar por Windows o Linux es, en gran medida, una elección personal, ya que a nivel de funcionamiento ofrecen cosas muy similares. Sin embargo, difieren en términos de precio (Linux es gratuito, mientras que Windows implica un desembolso de cuantía variable), complejidad de uso, adaptabilidad, o su resiliencia operativa.
Linux: ¿Usamos cosas como PHP, Perl, Python u otros lenguajes basados en Unix? Linux lo va a gestionar todo sin un titubeo. La compatibilidad con bases de datos MySQL y PostgreSQL es la norma, y no la excepción.
Windows: Es una perogrullada, pero Windows va como una seda si empleamos otras tecnologías de… exactamente: Windows. Cosas como los scripts ASP o .NET indican el uso de este sistema operativo, que ofrece soporte para Microsoft SQL Server o aplicaciones como Access.
parados con los de otros proveedores sometidos a prueba.
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