¿Qué es el ransomware? Los 7 ejemplos más terribles
Por Tibor Moes / Actualizado: enero 2024
En una era digital en la que los datos son la nueva moneda, el ransomware representa una amenaza omnipresente, ya que cifra datos críticos y exige un pago por su liberación.
Este artículo le guiará a través de los siete ataques de ransomware más catastróficos de la historia, iluminando sus impactos y las lecciones aprendidas de cada uno.
¿Qué es el ransomware? El ransomware es una pieza de malware que cifra sus archivos y los toma como rehenes. Antes de que pueda recuperar el control de sus archivos, tiene que pagar cientos de dólares de rescate.
- CryptoLocker (2013): CryptoLocker aterrorizó a los usuarios cifrando sus datos personales y exigiendo un pago. Infectó hasta 250.000 ordenadores y extorsionó aproximadamente 3 millones de dólares a las víctimas.
- WannaCry (2017): WannaCry se propagó por todo el mundo, afectando a cientos de miles de ordenadores en 150 países y causando pérdidas económicas que podrían alcanzar los 4.000 millones de dólares.
- NotPetya (2017): NotPetya fue un malware devastadoramente eficaz, que causó más de 10.000 millones de dólares en daños en todo el mundo.
- Bad Rabbit (2017): Bad Rabbit exigía rescates en Bitcoin, que hoy estarían valorados en unos 1.070 dólares.
- GandCrab (2018-2019): GandCrab alcanzó un amplio alcance con más de 500.000 infecciones y extrajo más de 2.000 millones de dólares en pagos de rescates.
- Ryuk (2018-2020): Los ataques del ransomware Ryuk llevaron a las víctimas a pagar más de 61 millones de dólares en rescates, poniendo de relieve el costoso impacto de este tipo de ciberamenazas.
- Sodinokibi/REvil (2019-2020): Sodinokibi/REvil se dirigió a unas 7.000 víctimas y acumuló más de medio millón de euros con su racha de ransomware.
No se convierta en víctima del ransomware. Proteja sus dispositivos con el mejor software antivirus y su privacidad con la mejor VPN.
Ejemplos de ransomware
1. CryptoLocker (2013): Una pandemia digital
Imagine despertarse un día y encontrarse con que sus archivos personales -fotos familiares, documentos importantes, todo- le han sido bloqueados. En 2013, un software pernicioso llamado CryptoLocker convirtió esta pesadilla en realidad para innumerables individuos.
Informes de BBC.com destacaron la impactante propagación de esta plaga digital, de la que se calcula que han sido víctimas entre 200.000 y 250.000 ordenadores. Los malhechores detrás de CryptoLocker no se limitaron a la encriptación, sino que exigieron un rescate por la clave de desencriptación.
No se trataba de una operación de poca monta; a través de sus nefastos esfuerzos, los ciberdelincuentes amasaron la asombrosa cifra de 3 millones de dólares de las personas atrapadas en su trampa.
El ataque no fue sólo una llamada de atención; fue una sirena en la noche para el mundo de la ciberseguridad.
2. WannaCry (2017): El tsunami cibernético
Avancemos rápidamente hasta 2017, y el mundo se enfrentó a una ciberamenaza tan grave que eclipsó los ataques anteriores. El ransomware WannaCry, tal y como informó BBC.com, fue un cibertsunami que arrasó 150 países, arrastrando en su corriente a 200.000 ordenadores.
Descrito por Europol como “de una escala sin precedentes”, WannaCry no fue sólo un ataque a los datos; fue un asalto a la infraestructura, con daños tan extensos que se preveía que el peaje económico y financiero se dispararía hasta los 4.000 millones de dólares.
Esto fue más que un ciberataque; fue un acontecimiento global que sacudió a gobiernos, empresas y sistemas sanitarios, dejando un duro recordatorio de nuestra vulnerabilidad en la interconectada red digital.
3. NotPetya (2017): El código más costoso
En los anales de la ciberguerra, NotPetya destaca por su pura destructividad. No era un malware más; era similar a un incendio forestal digital, incontenible e indiscriminado.
En 2017, Wired.com pintó un sombrío panorama de las secuelas, informando de que NotPetya causó la astronómica cifra de 10.000 millones de dólares en daños globales. Esta asombrosa cifra subraya el impacto cataclísmico que NotPetya tuvo en empresas y gobiernos de todo el mundo. No sólo cruzó fronteras, sino que las derribó, dejando un rastro de ruina financiera que reverberó por toda la economía mundial.
NotPetya fue más que una llamada de atención; fue un mazazo a la ilusión de la seguridad digital, demostrando que en el reino cibernético, el potencial para el caos está siempre a un clic de distancia.
4. Bad Rabbit (2017): Una demanda costosa
Bad Rabbit saltó a escena poco después de los temblores digitales de NotPetya, aunque dejó su propia huella en el panorama de las ciberamenazas. Con una petición de rescate de 0,05 Bitcoins, que equivalían aproximadamente a 290 dólares de la época, Bad Rabbit podía parecer menos amenazador en sus exigencias financieras.
Sin embargo, como informó Moonlock.com, el valor del Bitcoin ha fluctuado salvajemente desde entonces, y lo que eran 290 dólares en 2017 se traduciría en unos 1.070 dólares hoy. Esta fluctuación pone de relieve una escalofriante realidad del ransomware: el coste de la capitulación puede escalar mucho más allá de la demanda inicial.
Bad Rabbit fue un duro recordatorio de que en el mundo de la extorsión cibernética, el precio de la vulnerabilidad está sujeto a los volátiles caprichos de los mercados de criptomonedas.
5. GandCrab (2018-2019): Medio millón de rehenes
Entre 2018 y 2019, GandCrab actuó como un salteador de caminos digital, deteniendo a medio millón de víctimas en su superautopista de datos, cifrando su información y exigiendo un rescate por su devolución.
Según Heise.de, un reputado medio de noticias alemán, el alcance de GandCrab fue extenso, con infecciones registradas en todo el mundo. Es más, el total de los rescates pagados por las víctimas de este troyano ascendió a la exorbitante suma de más de dos mil millones de dólares.
GandCrab no era sólo un ransomware; era una lucrativa empresa criminal, demostrando que la ciberdelincuencia puede ser no sólo omnipresente, sino profundamente rentable para aquellos que tienen los escrúpulos suficientes para explotar las vulnerabilidades de la era digital.
6. Ryuk (2018-2020): La amenaza de los 61 millones de dólares
Ryuk, un nombre que se convirtió en sinónimo de miedo en la comunidad de seguridad digital, era una cepa de ransomware responsable de una serie de ataques de alto perfil entre 2018 y 2020.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (HHS.gov) compartió un informe del FBI en el que se revelaba que los culpables de Ryuk habían conseguido extorsionar más de 61 millones de dólares en rescates.
Esta cifra no es sólo un testimonio de la crueldad de sus operadores, sino también de las vulnerabilidades y la costosa disposición de las organizaciones a pagar grandes sumas con la esperanza de recuperar sus preciados datos.
Ryuk demostró que con las herramientas adecuadas y una falta de escrúpulos, los ciberdelincuentes podían tomar como rehenes datos digitales y exigir sumas increíbles por su devolución segura.
7. Sodinokibi/REvil (2019-2020): Un reino de terror de ransomware
Sodinokibi, también conocido como REvil, grabó su nombre en el oscuro tapiz de las ciberamenazas con una campaña tan arrolladora como precisa. Este notorio sindicato de ransomware, según los informes de Europol en europol.europa.eu, tendió una amplia red durante su mandato, atrapando a aproximadamente 7.000 víctimas en sus maliciosas garras.
El grupo no sólo se dirigió a las masas; extrajo más de medio millón de euros en pagos de rescates, un testimonio de su siniestro éxito. REvil no se limitó a robar datos; robó la tranquilidad de espíritu, demostrando que nadie está a salvo cuando la cibervigilancia se ve comprometida. Sus acciones fueron un brutal recordatorio de la incesante evolución de las ciberamenazas y del peligro siempre presente que acecha en las sombras de nuestro mundo digital.
Conclusión
Como hemos visto a través de estos siete desgarradores ejemplos, el ransomware no es sólo una amenaza para los archivos o sistemas individuales, sino para el tejido mismo de nuestro sustento digital. Los costes astronómicos, tanto financieros como emocionales, soportados por las víctimas en todo el mundo, subrayan la necesidad crítica de medidas sólidas de ciberseguridad.
En una época en la que las amenazas digitales evolucionan con una rapidez y precisión alarmantes, no se puede exagerar la importancia de proteger nuestros datos. Invertir en un software antivirus de confianza, especialmente para los últimos sistemas operativos como Windows 11, ya no es un lujo: es una necesidad.
Marcas como Norton, Avast, TotalAV, Bitdefender, McAfee, Panda y Avira ofrecen sofisticadas defensas contra estos insidiosos ataques. Al priorizar la seguridad de nuestros entornos digitales con estas herramientas avanzadas, no sólo salvaguardamos nuestros datos personales y profesionales, sino que también contribuimos a una lucha más amplia contra el submundo de los ciberdelincuentes.
Fuentes
Autor: Tibor Moes
Fundador y redactor jefe de SoftwareLab
Tibor ha probado 39 programas antivirus y 30 servicios VPN, y posee un certificado de posgrado en ciberseguridad de la Universidad de Stanford.
Utiliza Norton para proteger sus dispositivos, CyberGhost para su privacidad y Dashlane para sus contraseñas.
Puede encontrarle en LinkedIn o ponerse en contacto con él aquí.
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