¿Qué es un ataque de día cero? Los 10 ejemplos más terribles

Por Tibor Moes / Actualizado: mayo 2023

¿Qué es un ataque de día cero? Los 10 ejemplos más terribles

¿Qué es un ataque de día cero?

Imagine que se encuentra en un castillo sitiado. El enemigo ha encontrado una puerta oculta que usted no sabía que existía. Se cuelan, creando el caos y la destrucción antes de que usted pueda atrancar la puerta. Este es el equivalente digital de un ataque de día cero. En este artículo, nos sumergiremos en los peores “ataques furtivos” de este tipo de la historia.

¿Qué es un ataque de día cero? Un ataque de día cero es como si un ladrón encontrara una puerta abierta de la que nadie sabe nada. Es una vulnerabilidad en el software que los desarrolladores no saben que existe, por lo que no tiene arreglo. Cuando los piratas informáticos la descubren, la explotan para causar estragos antes de que se pueda encontrar una solución.

No se convierta en víctima de la ciberdelincuencia. Proteja su PC con uno de los mejores antivirus y su privacidad con el mejor servicio VPN.

Los ejemplos de ataques de día cero

He aquí los ejemplos de ataques de día cero más terribles:

  1. Gusano Código Rojo (2001): Aprovechaba una vulnerabilidad de desbordamiento de búfer en el servidor web Internet Information Services (IIS) de Microsoft.
  2. SQL Slammer (2003): Este gusano aprovechaba una vulnerabilidad de desbordamiento de búfer en los productos de base de datos SQL Server y Desktop Engine de Microsoft.
  3. Gusano Sasser (2004): Explotó una vulnerabilidad en los sistemas operativos Windows XP y Windows 2000 de Microsoft.
  4. Gusano Stuxnet (2010): Este gusano explotó cuatro vulnerabilidades diferentes de día cero en el sistema operativo Windows de Microsoft, dirigidas principalmente a las instalaciones nucleares de Irán.
  5. Heartbleed (2014): Este fallo afectó a la biblioteca criptográfica OpenSSL, muy utilizada en el protocolo de seguridad de la capa de transporte.
  6. Shellshock (2014): Una vulnerabilidad en el shell Bash de Unix que se utilizaba a menudo para la ejecución remota de código.
  7. Petya/NotPetya (2017): Ransomware que explotaba una vulnerabilidad en el sistema operativo Windows de Microsoft, expuesta inicialmente por el exploit EternalBlue.
  8. WannaCry (2017): Este ransomware también explotó la misma vulnerabilidad en el sistema operativo Windows de Microsoft que Petya/NotPetya.
  9. Spectre y Meltdown (2018): Estas dos vulnerabilidades relacionadas afectaron a prácticamente todos los ordenadores con procesadores modernos al aprovechar fallos en su diseño para filtrar información sensible.
  10. BlueKeep (2019): Una vulnerabilidad en el protocolo de escritorio remoto de Microsoft, que podría permitir la ejecución remota de código.

Siga leyendo para obtener más detalles sobre cada ejemplo de ataque de día cero.

1. Gusano Código Rojo (2001)

En el verano de 2001, una epidemia digital se extendió por todo el mundo. Una vulnerabilidad de desbordamiento de búfer aparentemente inocua en el software del servidor web Internet Information Services (IIS) de Microsoft se convirtió en un ciberataque devastador. El agresor era una entidad desconocida, apodada el gusano Código Rojo.

El gusano Código Rojo, que duró del 13 al 20 de julio de 2001, fue un asunto de golpe y fuga. Sus autores siguen siendo desconocidos, una sombra escurridiza en el turbio mundo de la ciberdelincuencia. Sin embargo, sus acciones tuvieron implicaciones globales, alcanzando mucho más allá de cualquier frontera nacional.

El gusano se dirigía a empresas y organismos gubernamentales que utilizaban el software IIS de Microsoft, una opción popular para servidores web. Desfiguró sitios web, sustituyéndolos por el mensaje “¡Hackeado por chinos!”. Se calcula que infectó a más de 350.000 servidores en todo el mundo, lo que demuestra la aterradora escala de un exploit de este tipo.

Financieramente, el gusano Código Rojo fue un desastre, causando unos daños estimados en 2.600 millones de dólares. Fue una sonora llamada de atención para el mundo digital, que subrayó la importancia de las actualizaciones periódicas del software y de unas medidas de ciberseguridad sólidas.

En términos de compromiso de datos, el Código Rojo tenía menos que ver con el robo de datos y más con causar interrupciones. Su principal objetivo era propagarse lo más lejos posible, causando estragos en los servidores web de todo el mundo.

El gusano fue finalmente controlado cuando Microsoft publicó un parche para solucionar la vulnerabilidad del IIS. Pero los efectos del gusano Código Rojo fueron duraderos, lo que provocó un aumento significativo de la concienciación sobre la ciberseguridad y la importancia de abordar con prontitud las vulnerabilidades del software.

En cuanto a las consecuencias legales, el misterio que rodea a la identidad de los creadores del gusano significa que no se han enfrentado a la justicia, un escalofriante recordatorio del anonimato y la impunidad que a menudo envuelve a la ciberdelincuencia.

2. SQL Slammer (2003)

Dos años después del gusano Code Red, en enero de 2003, otro exploit de día cero saltó a los titulares: el gusano SQL Slammer. Aprovechaba una vulnerabilidad de desbordamiento del búfer en los productos de bases de datos SQL Server y Desktop Engine de Microsoft. ¿Los autores? De nuevo, desconocidos. Pero su obra tuvo un impacto duradero.

El gusano SQL Slammer fue un ataque relámpago, que sólo duró unos minutos el 25 de enero de 2003. Pero en ese breve lapso de tiempo, consiguió infectar casi 75.000 servidores en todo el mundo. El ataque fue indiscriminado y afectó por igual a empresas, gobiernos y particulares, subrayando el hecho de que en la era digital nadie está a salvo.

Los daños financieros del gusano SQL Slammer fueron importantes, con estimaciones que oscilan entre los 1.000 y los 1.200 millones de dólares. El gusano lo perturbó todo, desde las operaciones bancarias hasta el transporte aéreo, provocando un caos generalizado y subrayando la interconectividad de nuestro mundo digital.

La naturaleza de los datos comprometidos variaba mucho, dada la diversa gama de entidades afectadas. Sin embargo, la función principal del gusano no era robar datos, sino propagarse lo más rápidamente posible.

La respuesta fue rápida. Microsoft publicó parches para corregir la vulnerabilidad y los operadores de red aplicaron medidas para bloquear el tráfico en el puerto utilizado por el gusano. Esta rápida actuación mitigó el impacto del gusano, poniendo de relieve la importancia de una respuesta rápida en ciberseguridad.

Al igual que ocurrió con el gusano Code Red, los creadores del SQL Slammer nunca han sido identificados ni llevados ante la justicia. El anonimato de los ciberdelincuentes sigue siendo uno de los retos más importantes en la lucha contra la ciberdelincuencia. Sin embargo, estos incidentes sirven como un duro recordatorio de la importancia de una vigilancia constante y de unas medidas de ciberseguridad sólidas.

3. Gusano Sasser (2004)

En abril de 2004, se produjo otra calamidad cibernética. Esta vez se trataba del gusano Sasser, que aprovechaba una vulnerabilidad de los sistemas operativos Windows XP y Windows 2000 de Microsoft. El autor no fue una entidad desconocida y sin rostro, sino un estudiante alemán llamado Sven Jaschan, que más tarde fue detenido y condenado.

El gusano Sasser fue un ataque rápido, que se propagó por todo el mundo en pocos días. No discriminó entre sus víctimas, atacando a empresas, particulares e incluso infraestructuras críticas. Por ejemplo, Delta Airlines tuvo que cancelar varios vuelos y los servicios de cartografía de los guardacostas británicos quedaron temporalmente fuera de servicio, lo que subraya las consecuencias en el mundo real de este tipo de embestidas digitales.

El alcance geográfico del gusano Sasser fue realmente global, afectando a millones de ordenadores en todo el mundo. Los daños financieros fueron colosales, alcanzando una cifra estimada de 18.000 millones de dólares.

A diferencia de sus predecesores, el gusano Sasser no tenía como objetivo comprometer los datos; en su lugar, su función principal era ralentizar y colapsar los sistemas, causando una interrupción generalizada.

Una vez identificado el origen del ataque, Microsoft ofreció una recompensa, que condujo a la detención de Jaschan. Posteriormente, se publicaron parches para corregir la vulnerabilidad y se limpiaron los sistemas infectados. Las secuelas de Sasser dieron lugar a una mayor atención a la ciberseguridad y a los estragos potenciales que un solo individuo podría causar en el mundo.

En cuanto a las consecuencias legales, Jaschan fue juzgado en Alemania y recibió una condena condicional de 21 meses. Este fue uno de los primeros casos de gran repercusión en los que un ciberdelincuente se enfrentó a repercusiones legales tangibles, marcando un punto de inflexión crucial en la lucha contra la ciberdelincuencia.

4. Gusano Stuxnet (2010)

El año 2010 marcó una nueva era en la guerra cibernética, con el descubrimiento del gusano Stuxnet. A diferencia de los ataques anteriores, Stuxnet no fue obra de hackers o ciberdelincuentes independientes, sino un ataque patrocinado por un Estado. Aunque nunca se confirmó oficialmente, existe la creencia generalizada de que Estados Unidos e Israel desarrollaron Stuxnet conjuntamente para perturbar el programa nuclear iraní.

El ataque Stuxnet fue muy selectivo y afectó a sistemas industriales específicos de las instalaciones nucleares iraníes. Sin embargo, el gusano también se propagó inadvertidamente a otros países, afectando a miles de sistemas en todo el mundo.

Las implicaciones financieras de Stuxnet son difíciles de estimar, dado que su objetivo principal era causar daños físicos a las instalaciones nucleares iraníes más que robar información o dinero. Sin embargo, se cree que el coste de desarrollar y desplegar un arma cibernética de esta sofisticación asciende a millones de dólares.

En cuanto a los datos comprometidos, Stuxnet consistía más en causar trastornos físicos que en robar información. Manipuló los sistemas de control industrial para provocar el mal funcionamiento de los equipos, marcando el primer caso conocido de un ciberataque que causa daños físicos.

Tras el descubrimiento de Stuxnet, las empresas de ciberseguridad y las agencias gubernamentales de todo el mundo colaboraron para analizar y neutralizar la amenaza. Las secuelas de Stuxnet supusieron un cambio significativo en el panorama de la ciberseguridad, al darse cuenta de que las armas cibernéticas podían causar destrucción física y utilizarse potencialmente en la guerra.

Las consecuencias legales de Stuxnet son inexistentes, en gran parte debido a la naturaleza encubierta de la operación y a la falta de legislación internacional que regule los ciberataques patrocinados por Estados. No obstante, Stuxnet marcó un nuevo capítulo en el mundo de la ciberseguridad, sirviendo como crudo recordatorio del uso potencial de los exploits de día cero en los conflictos internacionales.

5. Heartbleed (2014)

En abril de 2014, el corazón del mundo digital dio un vuelco con el descubrimiento de Heartbleed, un fallo que afectaba a la biblioteca de criptografía OpenSSL, ampliamente utilizada en el protocolo de seguridad de la capa de transporte. A diferencia de los ejemplos anteriores, Heartbleed no era un gusano, sino una vulnerabilidad grave que podía dejar al descubierto información sensible.

Heartbleed no fue un ataque en sí mismo, sino una puerta abierta a posibles ciberladrones. Su descubrimiento causó conmoción en todo el mundo, ya que OpenSSL es utilizado por cerca de dos tercios de todos los sitios web para asegurar y cifrar la comunicación en línea.

Los autores exactos de la explotación de esta vulnerabilidad siguen siendo desconocidos, lo que acentúa el anonimato del reino digital. Los objetivos eran tan diversos como la propia Internet, estando potencialmente en peligro todos los que utilizan OpenSSL.

El daño financiero de Heartbleed es difícil de cuantificar porque el principal peligro del fallo era la exposición potencial de datos sensibles. Sin embargo, el coste que supuso para las empresas y los particulares la actualización de los sistemas, la creación de parches y la respuesta a las posibles violaciones de datos fue significativo.

En términos de compromiso de datos, Heartbleed tenía el potencial de exponerlo todo, desde contraseñas e información personal hasta detalles de tarjetas de crédito y datos sensibles del gobierno. Fue un duro recordatorio de la fragilidad de la seguridad digital y de la necesidad constante de vigilancia y actualizaciones.

Las contramedidas adoptadas contra Heartbleed fueron rápidas y a escala mundial. Los parches se desarrollaron e implementaron rápidamente, y se animó a los usuarios a cambiar sus contraseñas una vez aplicados los parches. Fue un esfuerzo global y cooperativo para cerrar la puerta digital que se había dejado abierta sin querer.

En cuanto a las consecuencias legales, dado que Heartbleed era una vulnerabilidad y no un ataque específico, no se pudieron emprender acciones legales. Sin embargo, sirvió como llamada de atención para mejorar las prácticas y normas de seguridad en la industria del software.

6. Shellshock (2014)

Apenas unos meses después de Heartbleed, surgió otra importante ciberamenaza en septiembre de 2014. Bautizada como Shellshock, se trataba de una vulnerabilidad en el shell Bash de Unix, a menudo utilizada para la ejecución remota de código.

Shellshock, al igual que Heartbleed, no era un ataque sino una vulnerabilidad que podía explotarse. Tenía el potencial de afectar a millones de ordenadores y otros dispositivos, incluidos servidores web y sistemas operativos.

Los autores que explotaron Shellshock siguen siendo desconocidos, pero las implicaciones de esta vulnerabilidad fueron masivas. Cualquier sistema que utilizara el intérprete de comandos Bash, desde servidores a ordenadores personales, e incluso algunos sistemas integrados, podía ser el objetivo.

El daño financiero causado por Shellshock es difícil de estimar, ya que no se sabe cuántos sistemas se vieron comprometidos. Sin embargo, el coste de parchear los sistemas y garantizar la seguridad fue considerable.

Shellshock podría permitir a un atacante hacerse con el control de un sistema objetivo, lo que significa que cualquier dato de ese sistema podría verse potencialmente comprometido. Esto abarcaba desde información personal hasta datos financieros, pasando por información confidencial corporativa o gubernamental.

Las contramedidas contra Shellshock se emprendieron a escala mundial, y se desarrollaron e implantaron parches para cerrar la vulnerabilidad. La respuesta a Shellshock demostró la importancia de la colaboración y la acción rápida ante una ciberamenaza generalizada.

Al igual que con Heartbleed, Shellshock fue una vulnerabilidad más que un ataque específico, por lo que no tuvo consecuencias legales directas. Sin embargo, sirvió para poner aún más de relieve la necesidad de unas prácticas de seguridad sólidas y los peligros potenciales que acechan incluso en las áreas más dadas por supuestas de nuestra infraestructura digital.

7. Petya/NotPetya (2017)

En junio de 2017, un nuevo ciberterror golpeó las calles digitales: Petya. O, más exactamente, su variante mucho más peligrosa, NotPetya. Se trataba de un ataque de ransomware que aprovechaba una vulnerabilidad del sistema operativo Windows de Microsoft, expuesta inicialmente por el exploit EternalBlue, que se cree que fue desarrollado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

El ataque fue rápido y devastador, comenzó en Ucrania y se extendió por todo el mundo en pocas horas. Los atacantes siguen siendo desconocidos, pero sus objetivos eran principalmente empresas. Sin embargo, el alcance geográfico se extendió mucho más allá de Ucrania, afectando a organizaciones de todo el mundo.

El daño financiero causado por NotPetya fue monumental. El coste total de los daños se estima en más de 10.000 millones de dólares, lo que lo convierte en uno de los ciberataques más costosos de la historia.

El número de personas afectadas se contaba por miles, ya que el gusano se propagó rápidamente por las redes corporativas. La naturaleza de los datos comprometidos variaba, ya que encriptaba todo tipo de datos en los sistemas infectados y exigía un rescate para desbloquearlos.

Rápidamente se pusieron en marcha contramedidas y se desarrollaron parches para evitar la propagación del gusano. Sin embargo, las secuelas del ataque fueron una llamada de atención para muchas organizaciones sobre la importancia de mantener sus sistemas actualizados y la gravedad potencial de los ataques de ransomware.

El ataque NotPetya no tuvo consecuencias legales directas, ya que sus autores siguen siendo desconocidos. Sin embargo, el suceso puso de relieve el daño potencial de la guerra cibernética y la importancia de unas medidas de ciberseguridad sólidas.

8. WannaCry (2017)

Justo un mes antes de NotPetya, en mayo de 2017, otro ransomware saltó a los titulares: WannaCry. Al igual que NotPetya, utilizaba el exploit EternalBlue para atacar una vulnerabilidad del sistema operativo Windows de Microsoft.

WannaCry fue una catástrofe mundial que afectó a cientos de miles de ordenadores en más de 150 países en un solo día. Se cree que los autores fueron el grupo de hackers norcoreano conocido como Lazarus, lo que lo marca como un posible ciberataque patrocinado por el Estado.

Las víctimas de WannaCry fueron desde particulares hasta empresas y organizaciones gubernamentales. En particular, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido se vio gravemente afectado, causando importantes interrupciones en los servicios sanitarios.

Desde el punto de vista financiero, WannaCry causó unos daños estimados en 4.000 millones de dólares, lo que lo convierte en uno de los ciberataques más destructivos hasta la fecha.

El ransomware encriptó los datos de los usuarios, exigiendo el pago de un rescate en Bitcoin para desbloquear los archivos afectados. Esto puso en peligro una gran cantidad de datos personales y confidenciales.

El ataque fue mitigado cuando un investigador de ciberseguridad descubrió un interruptor de desactivación en el código del ransomware. Esto ralentizó significativamente su propagación, pero no antes de que causara daños importantes. Tras el ataque, las organizaciones de todo el mundo se vieron obligadas a actualizar sus sistemas y a aplicar medidas de seguridad más estrictas.

En cuanto a las consecuencias legales, a pesar de las fuertes sospechas hacia el grupo Lazarus, no se han presentado cargos formales. Este caso sirvió como otro duro recordatorio de la escala y el impacto potenciales de los ataques de ransomware, y de la creciente implicación de entidades patrocinadas por el Estado en la ciberdelincuencia.

9. Spectre y Meltdown (2018)

A principios de 2018 se revelaron dos vulnerabilidades sin precedentes, Spectre y Meltdown. A diferencia de las ciberamenazas anteriores, que explotaban el software, estas apuntaban al nivel del hardware, concretamente a las unidades centrales de procesamiento (CPU) diseñadas por Intel, AMD y ARM.

Spectre y Meltdown no eran ataques, sino vulnerabilidades que podían explotarse para acceder a datos sensibles directamente desde la memoria de los programas en ejecución. La revelación de estas vulnerabilidades causó conmoción en el mundo de la tecnología, dado que miles de millones de dispositivos en todo el mundo utilizan estos procesadores.

Los atacantes potenciales en este caso podrían ser cualquiera que pueda ejecutar programas en los dispositivos afectados. Esto podría abarcar desde piratas informáticos individuales hasta grandes grupos organizados de ciberdelincuentes o entidades patrocinadas por el Estado.

El daño financiero causado por Spectre y Meltdown es difícil de estimar, ya que su principal amenaza era la exposición potencial de los datos más que la pérdida financiera directa. Sin embargo, el coste para los fabricantes por desarrollar y desplegar parches, y para los usuarios por aplicar estas actualizaciones, fue considerable.

Los datos que podían verse comprometidos al explotar estas vulnerabilidades eran amplios. Abarcaba desde información personal hasta contraseñas y claves de cifrado, lo que pone de relieve la gravedad de la amenaza.

Las contramedidas se aplicaron rápidamente una vez que se revelaron las vulnerabilidades. Los fabricantes de chips, los vendedores de sistemas operativos y los proveedores de la nube trabajaron para desarrollar y desplegar parches que mitigaran las amenazas planteadas por Spectre y Meltdown.

No hubo consecuencias legales directas, ya que se trataba de vulnerabilidades y no de ataques. Sin embargo, el descubrimiento de Spectre y Meltdown marcó un momento importante en el campo de la ciberseguridad. Subrayó el potencial de las vulnerabilidades a nivel de hardware y puso de relieve la necesidad de tener sólidas consideraciones de seguridad en el diseño de los chips.

10. BlueKeep (2019)

En mayo de 2019, se descubrió una grave vulnerabilidad conocida como BlueKeep en el sistema operativo Windows de Microsoft. Al igual que Heartbleed y Shellshock, BlueKeep no era un ataque sino una vulnerabilidad que, si se explotaba, podía permitir a un atacante ejecutar código de forma remota en un sistema objetivo.

El descubrimiento de BlueKeep hizo saltar las alarmas en el mundo de la ciberseguridad. La vulnerabilidad estaba presente en versiones antiguas de Windows que aún se utilizan ampliamente en muchas empresas, poniendo potencialmente en peligro millones de sistemas.

Los autores potenciales de un exploit BlueKeep podrían ser desde piratas informáticos individuales hasta entidades patrocinadas por el Estado, lo que subraya el amplio alcance de la amenaza que suponen este tipo de vulnerabilidades.

El daño financiero que podría causar un exploit BlueKeep exitoso es difícil de estimar, pero dado el número potencial de sistemas vulnerables, podría ser significativo.

Si se explota, BlueKeep podría dar a un atacante el control sobre un sistema objetivo, comprometiendo cualquier dato almacenado en ese sistema. Esto podría abarcar desde datos personales hasta información confidencial corporativa o gubernamental.

En respuesta al descubrimiento de BlueKeep, Microsoft lanzó parches para todas las versiones afectadas de Windows, incluidas las que ya no recibían soporte oficial. Esto supuso una respuesta significativa a una ciberamenaza potencial, demostrando la importancia de las medidas proactivas en ciberseguridad.

Como en el caso de otras vulnerabilidades, no hubo consecuencias legales para BlueKeep. Sin embargo, sirvió como un duro recordatorio de la importancia de mantener los sistemas actualizados y de los peligros potenciales que plantean las vulnerabilidades en el software de uso generalizado.

Conclusión

Al igual que no dejaríamos nuestras casas o coches sin cerrar, no deberíamos dejar nuestras vidas digitales desprotegidas. El mundo de la ciberseguridad puede parecer desalentador, pero tomar medidas sencillas y proactivas puede reducir significativamente el riesgo de ser víctima de un ciberataque.

Ante todo, mantenga actualizados sus dispositivos. Muchos de los exploits comentados en este artículo se aprovechaban de vulnerabilidades en software obsoleto. Actualizar regularmente sus dispositivos le asegura estar protegido por los últimos parches de seguridad.

Invertir en uno de los los mejores antivirus para Windows 11, como Norton, Bitdefender, McAfee, Panda, o Kaspersky es otro paso esencial. Un buen software antivirus puede detectar y bloquear muchas amenazas antes de que puedan causar daños.

Recuerde que la ciberseguridad no es una tarea de una sola vez, sino una responsabilidad continua. Mantenerse informado sobre las últimas amenazas y comprender cómo protegerse es clave.

Aquí tiene algunos recursos de confianza donde puede aprender más sobre ciberseguridad:

Estando alerta, manteniéndonos informados y tomando medidas activas para asegurar nuestras vidas digitales, todos podemos contribuir a un Internet más seguro. Recuerde, ¡la ciberseguridad empieza por usted!

Autor: Tibor Moes

Autor: Tibor Moes

Fundador y redactor jefe de SoftwareLab

Tibor ha probado 39 programas antivirus y 25 servicios VPN, y posee un certificado de posgrado en ciberseguridad de la Universidad de Stanford.

Utiliza Norton para proteger sus dispositivos, NordVPN para su privacidad y Proton para sus contraseñas y email.

Puede encontrarle en LinkedIn o ponerse en contacto con él aquí.